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La regla no escrita

En las finanzas personales, hay reglas que parecen no escritas, pero que se aprenden a la mala. Una de ellas, quizá la más dolorosa, es esta: no prestes dinero a familiares o amigos… salvo que estés dispuesto a perderlo.

En el episodio del podcast El dinero no viene con instrucciones, Brenda Gómez comparte este principio como un “mandamiento plus”, una advertencia que muchos hubiéramos querido escuchar antes de vivirlo en carne propia.

¿Por qué prestar dinero parece buena idea (aunque no lo sea)?

La mayoría de nosotros crecimos en entornos donde ayudar al otro era un valor: ser solidario, apoyar a un ser querido, “echar la mano”. Por eso, cuando alguien nos dice “¿me prestas?”, la primera reacción emocional es la empatía. “Claro, yo también estuve en una situación difícil alguna vez”.

Pero aquí entra el problema: mezclamos la emoción con una decisión financiera, y no analizamos las consecuencias. Lo que comienza con buena intención puede terminar en deuda emocional, resentimiento o pérdida total del dinero… y de la relación.

Historias reales (demasiado comunes)

  1. El amigo que se alejó: Pedro le prestó $20,000 a su mejor amigo de la universidad, quien juró que lo devolvería en tres meses. Han pasado dos años, no ha visto ni un peso… ni al amigo.
  2. La hermana que se molestó: Ana prestó a su hermana para pagar la renta. Cuando intentó cobrarle, su hermana se ofendió. “¡Qué falta de confianza! ¿Cómo me vas a cobrar como si fuera una extraña?”
  3. El compañero de trabajo que pidió “solo esta vez”: Y terminó siendo cinco veces más.

Estas historias no son raras. Son universales. Lo que se rompe no es solo el equilibrio económico, sino la confianza, la comunicación, y en muchos casos, el vínculo.


¿Qué pasa emocionalmente cuando prestas dinero?

Prestar dinero activa un cóctel emocional:

  • Culpa si decides no hacerlo.
  • Ansiedad si lo haces y no te pagan.
  • Resentimiento si la persona parece vivir como si no pasara nada.
  • Tristeza al sentirte usado.
  • Rabia cuando no recibes respuesta.

Además, ese dinero que prestaste ya no trabaja para ti: no genera intereses, no invierte en tu futuro, y encima te quita paz. Como dice Brenda en el episodio: “Es como pagarle al banco un permiso por deber, pero en este caso tú eres el banco… y el otro no te paga”.

👉 ¿Te identificas con esta situación o conoces a alguien que sí? Escucha los 10 mandamientos financieros:
🎧 Escuchar en Spotify


¿Qué deberías considerar antes de prestar dinero?

1. Evalúa tu situación financiera primero

¿Ese dinero cubre tu fondo de emergencia? ¿Es parte de tus ahorros a largo plazo? ¿Lo necesitas el próximo mes? Si la respuesta es sí a cualquiera de estas preguntas, la respuesta debería ser no.

2. Pregúntate: ¿estoy dispuesto a perder esta cantidad?

Esta es la regla de oro. Si decides prestarlo, hazlo como si fuera un regalo. Así, si no te lo regresan, no te destruye emocionalmente.

3. Pon condiciones claras

Si decides avanzar:

  • Deja por escrito monto, fecha y forma de devolución.
  • Acuerda si habrá intereses o no.
  • Establece qué pasará si no puede pagar (¿plan de pagos? ¿nueva fecha?).

4. Explora otras formas de ayudar

A veces, lo que la persona necesita no es dinero, sino guía. Puedes ayudarle a crear un presupuesto, ponerle en contacto con una asesoría, compartirle herramientas financieras. Ayudar no siempre implica dinero.


¿Y si ya prestaste? ¿Qué hacer ahora?

Si ya caíste en esta trampa, no todo está perdido:

  1. Acércate con respeto, pero con firmeza. No tengas miedo de recordar el acuerdo. No estás haciendo nada malo al pedir tu dinero.
  2. Haz un nuevo trato si es necesario. Tal vez la persona no puede pagarte todo de golpe. Ofrece opciones viables, pero con límite.
  3. Evalúa cortar la pérdida si el costo emocional es alto. A veces soltar es más sano que insistir.

Y sobre todo, aprende la lección. Si esto te dolió, úsalo como experiencia para cuidar mejor tu patrimonio en el futuro.


📚 En resumen: el mandamiento perdido

No prestes dinero que no estés dispuesto a perder.

No es egoísmo, es responsabilidad financiera. Ayudar es hermoso, pero no a costa de tu estabilidad emocional o tu futuro económico. Antes de extender la mano con la cartera, asegúrate de no vaciar tu paz mental en el proceso.

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